ORDENANDO EL CAOS
Marcos Mas volvió a hacerlo. Cogió el tomate hábilmente decorado que servía de guarnición en mi plato y lo colocó en el suyo, junto a su propio tomate.
Acto seguido unió lo que el cocinero había desunido:
Durante toda la tarde que siguió a este hecho, Marcos Mas estuvo distraído. Su rostro mostraba una extraña mezcla de desasosiego, satisfacción e inquietud:
Normal, porque había ordenado el caos, luchado contra la entropía, desafiado la segunda ley de la termodinámica. Y eso, quieras que no, te afecta. Por lo menos un rato.
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